Un lugar maravilloso en un Valle tan querido: La Vera.

Mi esposo y yo hemos visitado casas rurales estupendas, pero Lalisea ha superado a todo lo anterior. Sus dueños: Rubén y Saray son profesionales y saben como acoger y tratar a la gente. La belleza de la finca, su amplitud, sus plantas, los colores, la limpieza, la comida, el buen aceite, la generosidad de sus platos, la fruta fresca del desayuno, las tostadas de pan, ese zumo de los naranjos, las mermeladas caseras, de fresa de frambuesa, el bizcocho, que elabora Rubén. Todo ello se crece con la escucha calmada de Asaray, la charla con su marido, interesante y de la que aprendes mucho, que suma valor a su maravillosa casa, al elegante diseño de los espacios y detalles que la decoran y a la libertad que te dan para recorrerla y encontrar otros espacios exquisitos y valorar el cultivo de las hortalizas, el cuidado de las higueras y los kiwis. Cuando llega la noche, escuchas el croar de las ranas del estanque de los nenúfares, la brisa te trae el olor de los naranjos y la luna llena te ilumina los senderos por los que puedes pasear después de la exquisita cena servida con tanto esmero. Ojalá el destino nos permita volver.